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Académico del Departamento de Filosofía, presenta artículo en Revista Palimpsesto sobre papel de las crisis en sociedades contemporáneas

Académico del Departamento de Filosofía, presenta artículo en Revista Palimpsesto sobre papel de las crisis en sociedades contemporáneas

El académico del Departamento de Filosofía de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Martín de la Ravanal, presentó en Revista Palimpsesto, el artículo “¿Qué podemos esperar de las crisis?: posibilidades de la crisis como crítica de las formas y modos de vida”.

 

El artículo corresponde a un ensayo reflexivo que aborda las crisis en las sociedades contemporáneas. El análisis se apoya en el trabajo de la filosofía alemana de Rahel Jaeggi, abordando la teoría de las crisis como bloqueos de dinámicas de aprendizaje experiencial y social de las formas de vida, que se entienden como redes de prácticas orientadas a la resolución de problemas.

 

Durante el análisis, el académico utiliza el concepto “Modo de vida”, desarrollado por el filósofo Mark Hunyadi, que sirve como complemento para evidenciar de la predominancia del sentido de las crisis como colapsos sistémicos y del cambio de carácter hacia un dispositivo de disciplinamiento social que se sustrae de las capacidades sociales de reflexión y transformación ético-política. 

 

En el artículo, el doctor en Filosofía, reflexiona sobre las “Formas de vida”, señalando que Jaeggi sostiene que son entramados, o interconexiones entre prácticas, que forman “ordenes de coexistencia humana” basadas en prácticas compartidas, que tienen un carácter dado y creado, pasivo y activo al mismo tiempo y que, además, tienen una dimensión normativa fundamental.

 

Respecto al contraste que surge con “las modas”, según la caracterización realizada por Georg Simmel, el académico sostiene que son constitutivamente inestables, “independientes” de la realidad material y no generalizable. Las modas aparecen y desaparecen, y lo que es “el último grito de la moda” siempre está constantemente cambiando. “Andar a la moda” consiste en la renovación constante, la búsqueda de variedad y novedad. Esta dinámica tiene una presión por conformarse o “seguir la moda” pero, al mismo tiempo, genera la “distinción” o capacidad individual de diferenciarse”.

 

“La segunda característica es que la moda esta “desconectada de la realidad” en el sentido de no ser útil a necesidades materiales de primer orden, pues su orientación se da hacia el efecto formal de producir a través de la apariencia, la distinción. Las formas de vida, por el contrario, están vinculadas a la realidad en el sentido de que responden a circunstancias o condiciones materiales determinantes. Esto está estrechamente ligado con la idea de Jaeggi de que las formas de vida “resuelven problemas”, dice el texto.  

 

Respecto a los modos de vida, el artículo señala que “ateniéndonos al concepto de crisis de Jaeggi, una forma de vida podría evaluarse como exitosa, lograda, adecuada, si  es  capaz  de  generar dinámicas  de  aprendizaje  social frente  a  las crisis.  Estos aprendizajes implican una profundización del entendimiento y la inteligencia de la relación entre esa forma de vida consigo misma y su mundo, a través del despliegue conjunto de capacidades para conocer y capacidades para intervenir/hacer”.

 

La investigación indica que puede hablarse de un progreso en términos de libertad, autodeterminación o autonomía social de cada forma de vida respecto de sus condiciones y que el autor (Jaeggi), rechaza la distinción habermasiana entre el mundo de la vida y el sistema para ofrecer una teoría de las formas de vida como redes de prácticas sociales entendidas.

 

En esa dirección, y como parte de las conclusiones del artículo, el análisis señala que los modos de vida implican, un bloqueo sistemático de los aprendizajes y que hay una realidad de los modos de vida que es eficaz, pero donde se requiere un recubrimiento ideológico, para impermeabilizar la apariencia extrema y autónoma del operar sistémico de los peligros de la influencia irritante de proyectos y los deseos humanos colectivos.

 

“Si escalan los problemas no resueltos, los fallos persistentes, se produce una toma de conciencia primera bajo la forma de conflicto. Se produce aquí la posibilidad de un volver sobre las condiciones sistémicas y sus efectos sobre la vida en general, sobre la forma de vida, mediante una evaluación-crítica de la normatividad de ella.  Esto ya constituye algo más que un colapso del modo de vida: un nuevo nivel que se comprende bajo la forma de crítica de la forma de vida. El modo de vida en crisis es remitido a la forma de vida, la que a su vez se reconoce en crisis y se la somete a crítica. Dicha crítica no proviene de la observación académica, sino de un juicio de crisis que brota de las y los sujetos, ahora en propiedad, ético-políticos”, es parte de las conclusiones.

 

La Revista Palipmsesto, es una publicación científica que tiene por objetivo difundir, en acceso abierto, diversas investigaciones de las áreas académicas de las humanidades y las ciencias sociales.

 

La publicación tiene una aparición semestral, en formato electrónico, con estudios e investigaciones centrados en Chile e Iberoamérica, abordando problemas actuales de interés social, político, histórico y cultural, contribuyendo al debate académico y a la comprensión de nuestro tiempo.

 

Puedes revisar este artículo en detalle, AQUÍ

 

 

Alejandra Placencia, profesora de Estado en Filosofía y diputada electa por el Distrito 10: “La Usach es mi alma máter”

Alejandra Placencia, profesora de Estado en Filosofía y diputada electa por el Distrito 10: “La Usach es mi alma máter”

El 11 de marzo de este año, Alejandra Placencia asumirá sus nuevas funciones como diputada de la República por el Distrito 10, pero su interés por el tema social surge mucho tiempo antes. Es profesora de Estado en Filosofía de la Universidad de Santiago de Chile y al momento de postular a esta carrera, tras rendir la Prueba de Aptitud Académica, no tuvo dudas al elegir cuál sería su alma máter.

“Una de las cosas que me preocupé fue de conocer la orientación de la Usach en general, no solo la carrera. El hecho que haya tenido toda una historia en función de aportar al desarrollo del país y con un sentido social muy marcado, para mí fue muy importante”, recuerda.

¿Qué otras razones tuvo para elegir a la Universidad de Santiago como su alma mater?

_Estudiar pedagogía en Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Usach es distinto a hacerlo en la Universidad Católica por ejemplo, ya que esta última tiene un perfil religioso muy marcado que hace que la definición de la malla curricular tuviera una intención que era diferente a la que yo prefería. En cambio acá en la Usach había un sentido más científico, por supuesto que laica y que te permitía conocer otras cosas que no constituían un sesgo importante. Se notaba que había una matriz de pensamiento que era mucho más afín a lo que yo buscaba.

Alejandra ingresa en 1997 a la Facultad de Humanidades. Entre 1999 y 2000, es dirigenta de la Federación de Estudiantes de nuestro Plantel, y resulta electa como presidenta de la organización.

¿Cuáles eran los temas que a ustedes les interesaba reivindicar en aquellos años?

_Terminé mi carrera no en cinco, sino que en seis años. Me atrasé, pero fue un año ganado porque estuve al frente de la organización estudiantil. Vivir la vida universitaria te permite conocer a gente de otras carreras y todas tenían centro de alumnos, estaban muy bien organizados. La Federación era un actor social importante sobre lo que pasaba al interior de la Universidad.  Todos éramos parte de hacer política universitaria. Resistimos a las políticas privatizadoras de los gobiernos de la época que insistían en seguir estimulando el autofinanciamiento, quitándole a las casas de estudios superiores el rol público de su origen; luchábamos por el acceso a la educación como un derecho y que los estudiantes no abandonaran sus carreras por no tener como pagarlas.

Siempre estaban presente los ideales de una  nueva sociedad para el país, pero me imagino que también hubo espacio para temas de gobierno interno universitario, no?

En ese periodo se hizo el plebiscito del claustro universitario que fue muy importante porque discutíamos el Estatuto Orgánico que venía de la dictadura. Se hizo todo un proceso de claustro triestamental donde todos por igual expresamos nuestra opinión en el año 96 y 97. Después en 1999 fue el plebiscito.

Alejandra Placencia ejerció como Profesora de Estado en Filosofía durante 13 años. En 2007 fue electa Presidenta del Consejo Comunal Ñuñoa del Colegio de Profesores y como fundadora del  Sindicato de Trabajadores de la Educación de Ñuñoa, además, participó activamente en el movimiento social por una educación pública de calidad y gratuita para todos y todas. Además fue concejal por la misma comuna.

Hoy como diputada electa, ¿cuáles son las prioridades que vislumbra como legisladora en los 4 años que estará  en el Parlamento?

_Educación sin lugar a dudas.  He tenido un desarrollo en esa área desde que ingresé a la Universidad de Santiago a partir de mi rol como expresidenta de la Federación de Estudiantes, después como profesora en escuelas públicas; en mi labor como dirigenta sindical de los trabajadores de la educación y del Colegio de Profesores. Esa trayectoria me hace tener una mirada de cómo debe ser el sistema de educación público. Desde allí puedo aportar, sin dejar de lado el tema del derecho a la vivienda. Resolver asimismo la problemática social que tiene que ver con la seguridad y  género, son temas también muy relevantes para mí.

Desde esa mirada, ¿cómo definiría usted el sello que entrega la Usach a sus egresados?

_Es el sello de tener una educación que se vuelve integral en la medida que vivimos intensamente la vida universitaria,  aprendiendo de realidades que no tienen que ver solo con la propia, sino que mirar como aportar desde la formación y de las experiencias vividas  al rol a tener en el desarrollo del país con una mirada social, diversa, amplia, inclusiva, democrática. Cuando uno se encuentra con estudiantes de la Usach en el ámbito social, laboral o político fuera ya del Plantel, hay una identidad que se reconoce, se crean vínculos muy marcados que hacen que uno diga que lo aprendió en la Universidad y que fue parte de la formación brindada, no solo en el aula, sino también en el propio Campus. La Universidad de Santiago es mi alma máter porque da cuenta de cómo se ha construido con hijos e hijas de trabajadores y trabajadoras a partir de la exUTE, con una historia que la ubica en un sitial importante en la historia de Chile y, que se creó para ser parte de un modelo de desarrollo nacional que todavía permanece. Ese es el rol que los planteles deben recuperar.

 

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